Los estibadores de 14 grandes puertos estadounidenses se declararon en huelga en la madrugada del martes tras el fracaso de las negociaciones de última hora entre su sindicato y la Alianza Marítima.
La huelga en el puerto de Virginia, una de las instalaciones afectadas, “comenzó a las 00h01” del martes, anunció el puerto en su página web. Las negociaciones sobre las condiciones laborales entre la Alianza Marítima de Estados Unidos (USMX), que representa a la patronal, y el sindicato ILA “están estancadas”, aseguró.
Según la Asociación Internacional de Estibadores (ILA), sus más de 45.000 miembros trabajan en doce puertos clave de Estados Unidos, como Maine o Texas.
Los puertos de la costa este y del golfo de Estados Unidos controlan más del 60% del volumen de contenedores de todo el país y tienen un papel clave en el comercio internacional. Las consecuencias del paro no sólo se notarán en Estados Unidos, sino en la cadena de suministro internacional.
A menos de tres meses del inicio de la campaña navideña, el paro de los estibadores estadounidenses podría desestabilizar el flujo internacional de mercancías.
La Asociación Internacional de Estibadores (ILA) había dado hasta este martes como fecha límite para llegar a un acuerdo.
Cláusulas de protección frente a la robotización
La Asociación Internacional de Estibadores reclama un aumento salarial del 77% en un plazo de seis años, con el argumento de que deberían percibir una parte del incremento de los beneficios que lograron las navieras durante la pandemia. La entidad exige también cláusulas que protejan los puestos de trabajo frente a la robotización de las tareas de los estibadores.
Esta segunda reclamación ha sido, precisamente, uno de los puntos de desencuentro con las empresas navieras, que defienden la introducción de tecnología en los puertos para mejorar la eficiencia. La patronal está en contra, asimismo, de los aumentos salariales.
La huelga de los estibadores estadounidenses se presenta como una posible crisis más para la logística internacional, que en los últimos años ha vivido un sinfín de sobresaltos, desde la crisis del Covid-19, la del canal de Panamá o la del Mar Rojo.