A 84 años del hundimiento del acorazado Graf Spee en aguas del Río de la Plata, la controversia en torno a la propiedad del buque y de los restos del naufragio que de él se extraigan no parece cerrada sino todo lo contrario.
Un fallo de fin del año pasado de la Suprema Corte de Justicia del Uruguay determinó que el águila imperial extraída del buque en 2006 pertenece al Estado uruguayo. Alemania, en cambio, no opina lo mismo porque reivindica su jurisdicción sobre el naufragio del buque y de todas sus partes, rescatadas o que se extraigan de él. Empero, está “abierta” a buscar una solución y permitir, por ejemplo en el caso del águila, que un museo la exhiba, en Alemania o en Uruguay. En diálogo con este medio, la Directora de Cultura de la Embajada de Alemania en Uruguay, Annette Uppenkamp, manifestó que la posición de su país respecto al buque Graf Spee “no ha cambiado” y es que, tanto el barco como todo objeto del mismo, “son propiedad del estado alemán”.
“La República Federal de Alemania se apoya en el Derecho Internacional, compartido por muchos otros países, que el buque de guerra y todo elemento perteneciente al buque son propiedad del estado alemán. No ha cambiado la situación legal ni la postura de Alemania al respecto”, afirmó.
Agregó que “nuestro interés principal es evitar que, partes del buque, especialmente el águila rescatada, lleguen al mercado negro y sean comercializadas como objetos de culto de guerra o que puedan ser utilizadas para negar o trivializar las ideologías nazi”.
Uppenkamp entiende que “Uruguay comparte esta opinión”. “No obstante, más allá del tema de la propiedad, estamos abiertos a soluciones como un préstamo a largo plazo del águila a un museo en Alemania o Uruguay” indicó.
Un litigio de 17 años
El águila, símbolo del régimen nazi en la Segunda Guerra Mundial fue recuperada en 2006 por un equipo de rescatistas expertos en buceo. La intención de subastarla dio lugar a un largo litigio entre los rescatadores privados y el Estado uruguayo que culminó recién el año pasado con un fallo de la Suprema Corte de Justicia.
Tras un corto periodo de exhibición en un Hotel de Montevideo, fue puesta a resguardo y bajo custodia del Ministerio de Defensa Nacional a la espera de la dilucidación de los procesos jurisdiccionales. Finalmente, a fines del año pasado, la Suprema Corte de Justicia de Uruguay determinó en que el águila era propiedad del Estado uruguayo.
Además del águila, se extrajo el telémetro, un artefacto óptico que permitía mejorar la puntería de los cañones y que hoy se exhibe en el puerto de Montevideo; el ancla (hoy en Punta del Este) y uno de los cañones (Museo Naval).
No es de bronce
La imponente águila imperial, símbolo del régimen nazi estaba ubicada en la proa del acorazado Graf Spee. Con las alas desplegadas y una esvástica entre sus garras, mide 2,8 metros de largo por 2 de alto y pesa 350 kilos. Hasta el día de hoy, se encuentra en custodia de una unidad militar de la Armada Nacional bajo extremas medidas de seguridad. El metal con que fue realizada la monumental escultura no sería bronce como se suponía.
Al menos, no sería de bronce, únicamente, sino que estaría conformada por una aleación de metales, no determinada. El Estado general de la imponente figura es impecable salvo por algún detalle. Uno de los expertos que la analizó, asegura que posee algún rasguño, consecuencia, seguramente, del impacto de las esquirlas de algún proyectil.
Historia
El acorazado Admiral Graf Spee fue un buque alemán que prestó servicio durante la Segunda Guerra Mundial. Su nombre hace honor al almirante Maximilian von Spee, comandante de la Escuadra de Asia Oriental que luchó en las batallas de Coronel y de las islas Malvinas durante la Primera Guerra Mundial.
Fue un buque de la clase Deutschland, un modelo difícil de clasificar, ya que en teoría eran cruceros fuertemente blindados y artillados que respetaban las limitaciones impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles. Pero en realidad superaban notablemente las características de un crucero, pero sin llegar a ser técnicamente un acorazado. Una especie de punto medio que muchos bautizaron como “acorazado de bolsillo”.
Objetivo: hundir buques mercantes
En las semanas previas al estallido de la Segunda Guerra Mundial, el Graf Spee fue enviado al Atlántico Sur con el objetivo de interceptar las líneas de los buques mercantes cuando estallara el conflicto. Entró en acción en 1939 y durante dos meses y medio sembró el terror en los mares, dejando un saldo de nueve barcos hundidos. Pero el 13 de diciembre su suerte cambiaría cuando se enfrentara a tres cruceros británicos en la Batalla del Río de la Plata.
Un combate naval de 82 minutos
La Batalla del Río de la Plata es conocida como el primer combate naval entre buques británicos y alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. De la refriega, que duró 82 minutos, participaron los cruceros ligeros HMS Ajax y HMS Achilles, y el crucero pesado HMS Exeter. Para el final del combate, ambos bandos se encontraban heridos, pero Hans Langsdorff, capitán del buque alemán, decidió retirarse al puerto de Montevideo para hacer reparaciones y bajar a los heridos.
Setenta impactos estructurales
Durante la batalla, el buque alemán recibió unos setenta impactos estructurales que provocaron daños leves, pero que mataron a 36 tripulantes y dejaron otros 60 heridos, entre ellos el propio Langsdorff.
Aun así, el motivo para retirarse fue que la planta purificadora de combustible diésel, necesaria para el correcto funcionamiento de los motores, había resultado destruida. También quedó inservible la planta desalinizadora, lo que hacía muy complicado el largo viaje de regreso a Alemania.
Sin mencionar que la navegabilidad y las reservas de munición estaban seriamente comprometidas.
El Graf Spee permaneció en la costa uruguaya durante 72 horas, plazo que las autoridades le dieron al buque para abandonar sus aguas. Frente a esta situación, y presionado por falsa información que aseguraba que se acercaban barcos enemigos, el 17 de diciembre el capitán Hans Langsdorff hizo explotar el acorazado para evitar que cayera en manos enemigas. Dos días después, 20 de diciembre, se suicidó de un disparo en la habitación de un hotel de Buenos Aires, vestido con su uniforme de gala y tumbado sobre la bandera de combate del buque.