El miércoles 22 de febrero, Brasil detectó un caso de la llamada enfermedad de las vacas locas y un día después suspendió las exportaciones de carne bovina a China, como manda un protocolo bilateral para situaciones como ésta. La enfermedad fue detectada en una res de nueve años en una pequeña finca de Marabá, en el Estado de Pará, al norte de Brasil. El animal fue sacrificado e incinerado y la propiedad fue aislada rápidamente. Según las autoridades brasileñas, se alimentaba de pasto, lo que disminuye las probabilidades de que hubiera desarrollado la forma más peligrosa de encefalopatía espongiforme bovina.
La Organización Mundial de Salud Animal (OMAS) fue informada sobre el caso rápidamente y se enviaron muestras para el laboratorio de referencia de esta institución en Canadá, donde en los próximos días se aclarará cómo contrajo la enfermedad. Existen dos vías: la atípica, cuando se da de forma espontánea debido a la vejez de la vaca, o por contagio, cuando ésta come pienso hecho con proteína animal contaminada, como harina hecha a base de carne y huesos de otras especies. En Brasil esta práctica está prohibida.
En 2022, Brasil, principal productor y exportador de carne vacuna del mundo, además de ocupar el primer lugar como proveedor de carne a China, exportó carne bovina por valor de 13.000 millones de dólares, un 42% más que el año anterior, y China compró más de la mitad de toda esa carne, según los datos de la Secretaría de Comercio Exterior.
El ministro de Agricultura y Ganadería del nuevo Gobierno Lula, Carlos Fávaro, dijo en una entrevista con una emisora de radio que es “muy probable” que se trate de la versión atípica de la enfermedad, que no implica riesgos de diseminación en el resto de la cabaña o de transmisión al ser humano. Además, tranquilizó a la población diciendo que de ninguna manera hay riesgo para el consumo.
Aun así, horas después de que se confirmara el caso, Brasil dejó de exportar carne bovina a China, su principal comprador. Es una medida protocolaria y preventiva, ya que el gigante asiático es uno de los importadores más exigentes y tiene ese acuerdo con Brasil. En 2021, China paso más de 100 días sin importar carne bovina brasileña después de que se detectaran dos casos de vaca loca en los estados de Mato Grosso y Minas Gerais. No hay una fecha límite firmada en el protocolo sanitario entre ambos países y son las autoridades sanitarias de China las que deciden cuando retomar el comercio.
Ahora, las autoridades brasileñas quieren evitar a toda costa un nuevo golpe que el veto puede suponer para el pujante sector ganadero, uno de los pilares de la economía nacional. “Cuando el mercado suspende sus exportaciones crea un cierto temor, y eso mueve un poco el mercado de la carne negativamente, pero nuestro trabajo es actuar con rapidez y transparencia para poder volver a la normalidad lo antes posible”, explicó el ministro.
El Gobierno ya está montando una ofensiva diplomática para tranquilizar a sus compradores, ya que el veto de China podría ser imitado por otros países en los próximos días, generando un preocupante efecto dominó. El ministro y sus colaboradores entrarán en contacto en las próximas horas con autoridades agropecuarias de otros destacados importadores, como Estados Unidos, Chile, Egipto, Emiratos Árabes, Arabia Saudí, Israel y Filipinas para dar explicaciones.
Dos secretarios del ministerio de Agricultura viajarán de inmediato a Pekín para insistir ante el Gobierno chino en que el consumo de carne bovina de Brasil es seguro, a pesar del caso de vaca loca. El Gobierno brasileño confía en que las exportaciones ya estén normalizadas cuando el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, visite Pekín en las próximas semanas, probablemente a finales de marzo.
Carlos Fávaro, Ministro de Agricultura de Brasil dijo que espera recibir luz verde de China para reanudar las exportaciones de carne vacuna brasileña antes del viaje oficial.
En el mercado ganadero brasileño se siente el golpe. Según el analista Fernando Iglesias, de la Consultora Safras & Mercados, “los contratos de ganado en el mercado de futuros, tuvieron una agresiva caída de precios frente al problema”.
Por su parte, el analista de S&P Global, Aedson Pereira”, destacó que el caso atípico de EEB de Pará preocupa no solo a los ganaderos, sino a la propia industria frigorífica, cuyo principal destino es China, pero a la vez, enfrenta un mercado interno estancado, otro problema para las empresas.
Los grandes grupos brasileños de la carne: Minerva, JBS y Marfrig continuarán exportando a China desde sus unidades en Uruguay, así como de Argentina, ya que algunos están presentes en esa plaza ganadera. Parte de la carne brasileña podrá suplirse con materia prima producida en Uruguay.
En 2001 cuando la ganadería brasileña padeció dos episodios parecidos al de Pará, China incrementó el volumen de carne de otros proveedores y Uruguay supo aprovechar la oportunidad y la suba de los precios de la tonelada, que se trasladaron al valor del ganado gordo, beneficiando al productor, recordó el periodista Pablo Antúnez del diario El País de Uruguay.
En los hechos, que Uruguay salga beneficiado dependerá de las necesidades de importación que tenga el gigante asiático, pero se suma la limitante climática, con un faltante de ganado gordo acentuado y un panorama incierto a la entrada del otoño e invierno. Uruguay, Argentina y Australia, son las opciones que tienen los importadores chinos para suplir temporalmente la carne bovina brasileña. China también habilitó como exportador a Colombia, pero el volumen de carne colombiana no sería significativo.
Antecedentes
La EEB o “vaca loca” sacudió al Reino Unido en 1986 con el primer caso y posteriormente explotó en la década del 90 en países de la Unión Europea, con más de 190.000 animales afectados, generando pánico en los consumidores y por consiguiente, retracción en la demanda de carne bovina. En estos casos, se trataba de la variante “clásica”, presuntamente generada por la alimentación de rumiantes con harinas de carne mal termo procesadas.
Según la Organización Mundial de Sanidad Animal (ex OIE y ahora Omsa), esta patología es una enfermedad neurodegenerativa del ganado vacuno que pertenece al grupo de las encefalopatías espongiformes transmisibles (EET). Es causada por una proteína anormal en el tejido nervioso conocida como prion. La EEB se considera una enfermedad zoonótica debido a un presunto vínculo con la emergencia de la variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (v-ECJ) en el humano. Todos los años, la Omsa, en base a las pruebas científicas que envían los países a un comité de expertos, califica a las naciones asociadas en base al riesgo: bajo, medio y alto.
El Dr. Rodolfo Rivero, uruguayo ex miembro del grupo de expertos de Omsa, explicó al diario El País de Uruguay que con el avance de los métodos de detección molecular, se detectaron dos variantes (L y H) de EEB “atípica”, que se produciría por una degeneración natural de las neuronas en los animales añosos. Surgieron en bovinos de entre 8 años hacia arriba (el promedio de edad es de 12 años).
“Estas variantes atípicas, hoy por hoy, se consideran endémicas, estaban siempre pero no habían sido descubiertas. La presunción más aproximada, es que las variantes atípicas, como son muy poquitas, estaban desde hace muchos años”, explicó el experto. Según la teoría, las variantes atípicas son muy parecidas a la enfermedad en humanos conocida como Creutzfeldt-Jakob (v-ECJ), que es una encefalopatía y se registra un caso cada un millón de habitantes.
“Las dos variantes de EEB atípicas, son de muy baja frecuencia y no se percibían”, explicó el ex miembro del panel de expertos de Omsa. Los científicos consideran que estas variantes representan el verdadero origen de la enfermedad.