Stockton Rush, director ejecutivo de la empresa OceanGate, fue advertido en 2018 por una treintena de representantes del sector de vehículos sumergibles de que el “actual enfoque experimental” de la compañía podría originar problemas “desde menores a catastróficos”, según el diario The New York Times, que tuvo acceso a la carta. Rush es uno de los cinco pasajeros del Titan, el sumergible que el domingo inició la inmersión hacia los restos del Titanic, a 4.000 metros de profundidad en aguas del Atlántico norte, y cuyo rastro se perdió menos de dos horas después de sumergirse. Se ignora si la empresa OceanGate, que había organizado varios viajes al fondo del mar y dos al pecio del transatlántico, respondió a la señal de advertencia de la industria, que no ocultó su “preocupación” por el diseño de la nave y los procedimientos de certificación de la misma, informa el diario neoyorquino.
Desde Boston, base de las operaciones de salvamento, la carrera contra reloj de un equipo internacional para localizar el pequeño submarino, de 6,5 metros, y rescatar con vida a sus cinco ocupantes —el estadounidense Rush, a la sazón comandante; un francés, un británico y dos británico-paquistaníes— se agota a medida que pasan las horas y se consume el aire del interior de la nave. A primera hora de la tarde de este martes quedaban 40 horas “de aire respirable”, informó el capitán del primer distrito de la Guardia Costera, Jamie Frederick, a la vez que advertía de que la búsqueda no ha dado por el momento “ningún resultado”. El plazo culmina a las seis de la mañana (hora local, mediodía en la España peninsular) del jueves. Canadá y Francia colaboran con EE UU en la búsqueda.
Cuatro hipótesis
Carl Schuster, capitán retirado de la Armada estadounidense, explicó al diario The Wall Street Journal que muchas de las tripulaciones de sumergibles privados son antiguos militares con formación sobre cómo actuar en caso de emergencia, incluida la forma de soltar lastre para reflotar la embarcación. Según los protocolos de emergencia habituales, la tripulación intentaría comunicarse con embarcaciones en la superficie y, en caso contrario, soltaría lastre hasta que el submarino subiera a la superficie. Los expertos barajan cuatro hipótesis para el suceso: un incendio, un apagón o una inundación, o bien que se hubiera enmarañado en algo.