El actual escenario económico internacional está frente a importantes transformaciones globales, lo cual ha dado lugar a un nuevo paradigma en lo que refiere a la producción mundial, otorgándole a los servicios un rol diferente. En un mundo hiperglobalizado, los servicios se han transformado en “instrumentos” que unen a las economías, impulsando la globalización.
La servitización (fenómeno conocido por la incorporación de los servicios como insumos en la producción y/o su oferta como parte de las mercancías), ha dado lugar a un nuevo paradigma en lo que refiere a la producción, así como el comercio de servicios, otorgándole a estas actividades un papel completamente diferente del que tenían en el pasado dentro de las economías nacionales.
Los servicios globales, son producto de este nuevo escenario internacional, donde la búsqueda de eficiencia por parte de las economías más avanzadas les otorga la oportunidad a países de menos desarrollo comparativo a insertarse en las CGV (cadenas globales de valor) e impulsar sus economías locales
Según datos de la OMC (2020) el sector de los servicios es el sector de más rápido crecimiento de la economía mundial. Entre 2005 y 2019, el comercio de servicios ha crecido con mayor rapidez que el comercio de mercancías, a un ritmo promedio de 5,4% anual y el valor añadido por los servicios representa cerca de la mitad del valor del comercio internacional de bienes y servicios. Se prevé que para el año 2050 el comercio exterior relacionado a los servicios superará al comercio exterior relacionado a mercancías (OMC, 2020).
Pero ¿qué es un servicio y cual es un rol en el Comercio Internacional?
No existe una definición o taxonomía única para su análisis, pero, lo que sí coinciden las diferentes conceptualizaciones son en el rol importante de los servicios en el desarrollo y el crecimiento económico.
En la actualidad el concepto servicios ha tomado una connotación diferente que requiere ser clasificado en dos grupos diferentes. Por una parte, se encuentran los servicios tradicionales, refiriéndose por ejemplo al transporte y el turismo y, por otro lado, los servicios no tradicionales, que son aquellos en los cuales se basa este análisis. Dentro de esta última categoría se encuentran los servicios globales de exportación, los cuales presentan mayor dinamismo, creciendo en variedad, así como en importancia.
En la literatura se denomina a los servicios globales de diversas formas: servicios modernos, servicios no tradicionales, servicios basados en conocimientos, industrias 4.0, business services, servicios offshoring, o servicios globales. Todas las denominaciones diversas que recibe el mismo fenómeno de los servicios globales refieren a que es relativamente nuevo y dinámico, ya que su crecimiento coincide con la expansión de las tecnologías de la información (TICs).
Básicamente, los servicios globales son el resultado de la decisión de una empresa de deslocalizar una actividad o proceso y transferirla al extranjero, así como de la fragmentación mundial de la producción. Esta nueva tendencia, conocida como offshoring y/o outsourcing de servicios, implica la deslocalización de tareas y/o actividades de una empresa al extranjero, ya sea abriendo una filial propia o tercerizando la actividad (outsourcing offshoring) al extranjero.
Para Uruguay, las exportaciones de servicios globales le han permitido diversificar la oferta exportable. En 1990 solo representaban el 2% de las exportaciones totales, y en la actualidad casi aproximan a las exportaciones de los productos tradicionales.
Los recursos estratégicos que el país posee, así como las ventajas creadas (el país posee un marco regulatorio, seguridad jurídica, ventajas impositivas y un bajo nivel de riesgo comparado con los demás países latinoamericanos, capital humano, ventajas impositivas a Zonas Francas) han sido elementos claves de atracción de IED (Inversión Extranjera Directa).
Desde 1990 a 2016 se han instalado más de 50 centros cautivos (abriendo una filial en el país) traduciéndose esto en mejor infraestructura, desarrollo de plataformas tecnológicas, así como nuevos procesos de negocios.
Las zonas francas han seguido la línea de transformación de la economía internacional demostrando ser un instrumento de ampliación de la oferta exportadora del país, convirtiéndose en plataformas para la exportación de servicios globales y como medio de atracción IED. Uruguay ha logrado un upgrading en las CGV de servicios lo que se traduce en un upgrading social, por el crecimiento del empleo, el aumento de los salarios, así como el surgimiento de políticas orientadas al desarrollo de capacidades.
El crecimiento económico futuro en los países, tanto desarrollados como en desarrollo, estará impulsado por su competitividad en los servicios más que en la industria manufacturera. En un escenario mundial donde la interconexión de las empresas será cada vez mayor como consecuencia de los servicios globales, se observará un aceleramiento cada vez mayor de la globalización. Esto le permitirá, a un país con un sector de servicios empresariales fuerte y desarrollado, ingresar a las CGV, convirtiéndose en verdaderos drivers de la economía global, permitiéndoles diversificar sus canastas exportadoras, reduciendo la dependencia de la producción y exportación de bienes con bajo valor agregado o commodities.