Guillermo Valles: medio siglo de servicio diplomático y una mirada al futuro

En entrevista con Portal Marítimo, el exembajador repasa su carrera en el servicio exterior marcada por hitos como la creación del Mercosur o la apertura de la embajada en China
octubre 25, 2025
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“Cuando la diplomacia es de Estado, Uruguay gana en estabilidad y respeto. Esa ha sido la mayor lección de estos cincuenta años de servicio”, afirma Guillermo Valles.

El exembajador en Brasil repasa una carrera de cincuenta años en el servicio exterior, marcada por hitos como la creación del Mercosur, la apertura de la embajada en China y la representación ante organismos internacionales. “Es una carrera hermosa, pero exige vocación de servicio y sacrificio familiar”, afirma.

El 5 de mayo pasado marcó un punto de inflexión en la vida profesional del doctor Guillermo Valles Galmés, uno de los diplomáticos más experimentados del Uruguay. Ese día alcanzó los 70 años, el límite de edad fijado por la normativa vigente para desempeñar cargos en el servicio exterior, y el gobierno resolvió su cese como embajador en Brasil. Así concluyó formalmente una trayectoria de medio siglo en la diplomacia uruguaya, iniciada en los años setenta, durante la cual representó al país en algunos de los escenarios más relevantes de la política internacional contemporánea.

El decreto de cese incluyó un reconocimiento explícito del Estado uruguayo por “los importantes servicios prestados durante el desempeño de funciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores”. No era una fórmula vacía: detrás de esas palabras se condensa una vida entera dedicada a la política exterior, a la negociación y al fortalecimiento de la presencia del país en el mundo.

Ha sido una carrera hermosísima para quien tiene vocación de servicio a la patria”, dijo Valles en entrevista con Portal Marítimo. “Es una carrera para quien entiende la política en su dimensión de política externa, que también es defensa del país, pero por medios pacíficos”.

Doctor en Diplomacia por la Universidad de la República, Valles ingresó joven al Ministerio de Relaciones Exteriores. A lo largo de su carrera ocupó cargos en distintas sedes, encabezó delegaciones, integró negociaciones bilaterales y multilaterales y fue testigo de procesos que marcaron la historia económica y política de la región. “Participé en las negociaciones que llevaron al establecimiento del Mercosur y a la conclusión de la Ronda Uruguay”, recuerda. “También me tocó ser el primer embajador en China, tras el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1988. Eran tiempos de enorme transformación”. Fue embajador ante las Naciones Unidas, la OMC y demás organizaciones internacionales con sede en Ginebra, además de presidir el Grupo de Negociación sobre las Normas en la Ronda de Doha. Su último destino diplomático fue la embajada de Uruguay en Brasil.

Una tradición profesional

Valles sitúa su propia trayectoria dentro de una tradición diplomática que considera sólida y profesional. “El servicio exterior uruguayo tiene una larguísima tradición y una enorme calidad”, subraya. “Hoy en día es un cuerpo profesional que ojalá sea mantenido, profundizado y respetado”.

Al evocar esa historia, menciona a figuras de referencia: “Julio Lacarte Muró desempeñó un rol destacadísimo en Naciones Unidas, en la conferencia de La Habana de 1947 que desembocó en la creación de la Organización Mundial del Comercio y en la constitución del Banco Interamericano de Desarrollo. Gustavo Magariños fue el negociador clave para lograr la constitución de la ALADI. Son nombres que marcaron una época y fijaron estándares de excelencia”.

Valles distingue tres componentes dentro del andamiaje institucional de la política internacional uruguaya: el Ministerio de Relaciones Exteriores, el servicio exterior y la política exterior. “Son tres mecanismos de relojería que hay que entender y mantener sincronizados. La política exterior, especialmente, debe ser una política de Estado, como corresponde a un país pequeño, donde los objetivos comunes deben primar sobre las diferencias partidarias”.

Del multilateralismo a los desafíos actuales

Durante los últimos años, Valles observó con preocupación el deterioro del orden internacional basado en reglas. “Pasamos de un mundo regido —aunque de manera imperfecta— por el derecho internacional, a uno en el que pesa más la fuerza”, advirtió. “Y para un país como Uruguay jugar en ese terreno es muy complicado. Cuando prevalece la fuerza, perdemos todos, pero pierden más los pequeños”.

Desde esa perspectiva, considera que mantener una política exterior de Estado es fundamental para sostener la estabilidad del país. “Cuando la diplomacia se vuelve excesivamente presidencial, deja de ser una diplomacia de Estado”, afirmó. “La diplomacia presidencial tiene un rol en la representación, pero la política exterior debe trascender a los gobiernos y estar integrada por todos los partidos”.

Recordó que en los años ochenta existió un consenso amplio sobre esa materia. “En 1985, durante la primera presidencia de Sanguinetti, hubo una política exterior claramente de Estado, más allá de las afinidades personales. El presidente tenía vínculos estrechos con Alfonsín y Sarney, y junto con Enrique Iglesias como canciller se consolidó una diplomacia profesional, coherente y respetada”.

Para Valles, esa visión permitió al país recuperar protagonismo tras la dictadura. “Todos entendíamos que Uruguay es demasiado pequeño para tener disputas sobre los objetivos y los instrumentos en materia de política exterior. Ese espíritu debería mantenerse”.

Una carrera marcada por la integración

Uno de los hitos de su carrera fue la creación del Mercosur, a fines de los años ochenta. “Fue un punto de inflexión histórico”, señala. “El Mercosur marcó un cambio estratégico para Brasil y Argentina, que venían de décadas de competencia, incluso nuclear. El proceso de integración vino acompañado de un pacto de cooperación y transparencia que consolidó una nueva etapa de confianza regional”.

No obstante, Valles es consciente de las dificultades estructurales del bloque. “El modelo de mercado común entre cuatro países tan asimétricos es muy difícil de lograr. Le faltan dos cosas fundamentales: coordinación macroeconómica y órganos supranacionales. Sin eso, el Mercosur no puede alcanzar plenamente su objetivo original”.

“Debemos ser realistas —añadió—. El objetivo de un mercado común no se ha cumplido y va a tardar en cumplirse. No significa que haya que abandonarlo, sino reconocer sus límites y permitir que algunos países avancen más rápido en su integración al mundo”.

Durante su gestión en Brasil, Valles defendió esa visión pragmática: mantener la cohesión regional, pero también buscar nuevos espacios de apertura comercial. “Todos los países necesitan acuerdos. La diferencia está en la capacidad para celebrarlos”, explicó. “Uruguay solo puede avanzar más rápido, pero con menor poder de negociación. Juntos tenemos más capacidad negociadora, aunque también más intereses defensivos”.

Gestión y proyectos con Brasil

En los últimos años de su carrera, al frente de la embajada en Brasil, Valles concentró sus esfuerzos en una agenda bilateral extensa y con resultados concretos. “No son logros personales, porque creo en el trabajo colectivo”, aclaró. “Esto es como una carrera de postas: uno lleva la antorcha un tramo y la pasa al siguiente”.

Entre los avances alcanzados mencionó la actualización de un acuerdo de cooperación en materia de defensa, que incluyó donaciones de material y equipamiento al Ejército Nacional, y la ratificación por parte de Brasil del acuerdo para evitar la doble imposición, considerado clave para promover inversiones. “Es una medida técnica, pero de enorme importancia. Permite instalar empresas en condiciones más atractivas y elimina obstáculos que existían entre ambos países”.

También destacó el reconocimiento de las exportaciones uruguayas desde zonas francas como de origen nacional en su ingreso a Brasil. “Antes se las consideraba de un tercer país y debían pagar aranceles. Hoy eso cambió y abre posibilidades muy importantes para el comercio bilateral”.

Otro punto relevante fue el impulso al segundo puente sobre el río Yaguarón, proyecto largamente demorado que ya cuenta con empresa adjudicataria y cronograma de obra. “El puente actual data de 1935. Por allí circula carga por valor equivalente a todo lo que Uruguay exporta al norte de Europa. Es una infraestructura clave para nuestra vinculación con el sur de Brasil”.

El exembajador mencionó además el dragado del canal de San Gonzalo, que une la laguna Merín con la laguna de los Patos, como un emprendimiento de alto impacto regional. “Es una obra relativamente pequeña en costo —entre 7 y 10 millones de dólares—, pero de enorme valor para los departamentos más pobres del país, como Cerro Largo o Treinta y Tres. Permitirá que la producción de esas zonas salga al Atlántico a través de Río Grande, con menores costos logísticos”.

Vocación y legado

Consultado sobre el sentido de medio siglo en la diplomacia, Valles hace una pausa antes de responder. “Uno puede lograr cosas muy concretas en esta carrera, en la negociación económica, política o cultural. Pero sobre todo se trata de contribuir a un esfuerzo colectivo para mejorar el país”.

A las nuevas generaciones que aspiran a incorporarse al servicio exterior les transmite un mensaje claro: “Es una carrera hermosa, pero no para quien busca un trabajo o un medio de vida. Es una vida interesante, sí, pero muy sacrificada para la familia. Exige compromiso, vocación y sentido del deber”.

Uruguay, para ser, tiene que estar”, resume. “Por su tamaño físico, necesita estar presente donde se negocian las reglas, donde se toman decisiones, donde se actúa. Ese es el desafío permanente del país y de su diplomacia”.

Una mirada sobre la política exterior y el Mercosur

Más allá del repaso personal, Guillermo Valles ofreció una reflexión sobre el momento actual de la política exterior uruguaya y la situación del Mercosur.

“Yo no veo grandes diferencias entre gobiernos en cuanto a los objetivos de inserción internacional”, sostuvo. “Hay continuidad en la visión macroeconómica: todos entienden que Uruguay necesita integrarse al mundo y abrir mercados. Lo que cambia son las formas y los ritmos”.

En cuanto al bloque regional, reiteró su diagnóstico: “El Mercosur es importante, pero tiene limitaciones estructurales. Hay que sincerarlo, asumir lo que somos y lo que no somos. Algunos países pueden y deben avanzar más rápido”.

Finalmente, destacó la necesidad de preservar una política exterior consensuada. “Cuando la diplomacia es de Estado, Uruguay gana en estabilidad y respeto. Esa ha sido la mayor lección de estos cincuenta años de servicio”.

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