La digitalización en la logística y el comercio internacional ha revolucionado significativamente la forma en que las empresas operan y gestionan sus cadenas de suministro. En tan solo unas pocas décadas, la tecnología ha transformado estos sectores, mejorando la eficiencia y la competitividad en el mercado global
Creo que hablo por todos los que hemos trabajado en este mundillo de la logística y fundamentalmente el comercio exterior cuando digo quien no soño siempre con aplicaciones y sistemas que nos faciliten el día a día, eliminen esa monstruosidad de papeles que imprimíamos día a día, las cadenas de mails interminables, tener información transparente de nuestras cargas en tiempo real, manejar nuestras reuniones y conversaciones con clientes y/o proveedores en un CRM que nos permita un orden y una visibilidad clara. Hay factores que sin duda son generacionales y cuesta más aceptar estos avances, pero mal o bien todos aceptamos que la inclusión de la tecnología en nuestros procesos diarios vino para quedarse y creo firmemente que hemos de acoplarnos, aprender de ella y sacar el mayor rédito de las herramientas para ser cada día más eficientes en nuestra labor.
Y hablo desde un lugar generacional que vivió siempre entre avances y tecnología reciente, tal vez por eso me es más fácil su aceptación y la comprensión de su necesidad.
Comenzamos con los documentos digitalizados: ante un trabajo globalizado en el que nuestras interacciones del día a día se producen con personas de cualquier parte del mundo, es fundamental poder ir eliminando poco a poco el manejo de documentación física. Primero y principal, para aportar nuestro granito de arena contra la contaminación indiscriminada del mundo en que vivimos y, segundo, para facilitarnos el orden, evitar pérdidas, mejorar tiempos y un gran etc que seguro cada uno en su tarea diaria encontrará para sumar.
Localización en tiempo real de nuestra mercadería: por más que conozcamos rutas y tiempos de tránsito, quienes vendemos servicios debemos ser cada vez más transparentes con quien hace uso del mismo, porque quienes compran y venden insumos necesitan estar siempre informados. Esto permite a todas las partes anticiparse a imponderantes que suelen surgir en esta industria y que siempre se trasladan a costos para las partes involucradas.
Nuestras cadenas interminables de mails: ¿quien no ha contestado un simple gracias por mail? No hay que ser descortés ni mucho menos, pero a veces empleamos hasta 800 mails para la coordinación de un solo envío. Lejos de ser eficiente es engorroso, luego buscar información en esa cadena se hace tedioso para quien tenga que hacerlo. Hoy surgen muchísimas herramientas que nos dan bastante más cercanía con nuestros clientes y/o proveedores, le quitan formalidad y forjan de otra manera estos lazos. Por ejemplo, WhatsApp nos lleva a una inmediatez fundamental y no debe haber persona en este rubro que no lo tome como herramienta de trabajo esencial. Hoy varias compañías se han encargado tanto de crear como de contratar distintos software de gestión que nuclean estas herramientas y hacen que la experiencia del usuario sea dinámica, intuitiva y muy personalizada. Más allá que nunca se pierda la charla informal, la visita, el almuerzo o el café, contrario a lo que veníamos hablando de la eficiencia y el uso del tiempo, son actividades que nos quitan tiempo pero nos regalan otras cosas que dan sus mayores frutos a la hora de hacer negocios ya que sin duda son una inversión de ese tiempo.
La pandemia nos privó de mucho de esto y es también por lo que creo que en ese periodo tuvimos una aceleración bien marcada de estos avances tecnológicos en el comercio internacional. Muchos ya estaban pero los adoptamos de manera inmediata, un poco como se dice por ahí de que muchas veces los seres humanos funcionamos a rigor, o también que los diamantes se forman bajo presión. De esta forma, ante la imposibilidad de realizar nuestra labor de la manera que estábamos acostumbrados surge la inventiva, la coyuntura se prestó para probar distintas opciones y muchas aparecieron para quedarse, para simplificarnos la tarea. Y cuando me refiero a simplificar el trabajo no me refiero a tener menos trabajo, a la sustitución de las personas por la tecnología, sino a ser eficientes, a buscar por donde agregar valor, cómo usar la tecnología para mi beneficio, cómo combinar las herramientas digitales a nuestra disposición con nuestro conocimiento, impronta, carisma, todas cosas que al menos hoy la tecnología no puede remplazar.