El Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea (UE) anunciaron este viernes en Montevideo la firma definitiva del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos bloques, creando así la mayor y más poblada zona de comercio del mundo.
El acuerdo se celebró en el marco de la LXV Cumbre de Presidentes de los Estados Parte del Mercosur y Estados Asociados en la cual el anfitrión, Uruguay, le traspasó la presidencia pro témpore a la Argentina.
En Europa, comienza ahora una larga carrera de obstáculos para ratificar el acuerdo con el bloque sudamericano y que deberá superar la oposición de capitales como París, Varsovia o Roma, que mantienen muchos reparos tras más de dos décadas de negociaciones, mientras que en Madrid y Berlín, celebran un “puente económico sin precedentes” entre los dos continentes.
El acuerdo se celebró en Montevideo entre los presidentes de Argentina, Javier Milei; Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; Paraguay Santiago Peña, y Uruguay, Luis Lacalle Pou, los cuatro países fundadores del Mercosur, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuya presencia terminó de despejar cualquier duda sobre el cierre definitivo del acuerdo.
Los mandatarios anunciaron la concreción del acuerdo en una conferencia de prensa realizada en el edificio sede del Mercosur (bloque que, además, incorporó a Bolivia como estado asociado y le dio ingreso formal a Panamá).
El mandatario uruguayo señaló, durante su intervención, que no se trata solo de un intercambio comercial, porque incluye otros elementos que nos unen con Europa, lo que, consideró, también debe ser apreciado.
Asimismo, afirmó que “un acuerdo de este tipo no es una solución, es una oportunidad”, que dependerá de la voluntad de cada uno de los países la velocidad con la que se avance, que deberá ser con “pasos pequeños, pero seguros y ciertos” y en la misma dirección.
Además, aseveró: “La responsabilidad nuestra como presidentes fue sacar los desacuerdos y pararnos arriba de lo virtuoso, que son las uniones y los acuerdos”, y añadió que “esto reivindica la vocación de servicio y la mejor política”.
Por su parte, Von der Leyen sostuvo que la concreción del acuerdo representa un “hito histórico” y que el vínculo entre Europa y los países del Mercosur es uno de los más fuertes en el mundo. Luego agregó: “(Con la medida anunciada), estamos fortaleciendo esta alianza única como nunca antes”, y subrayó que también se está enviando un mensaje “claro y poderoso” al mundo, demostrando que las democracias pueden apoyarse mutuamente.
“Este acuerdo no es solo una oportunidad económica, sino también una necesidad política”, precisó la jerarca, y manifestó que la referida alianza de inversiones y comercio formará un mercado de 700.000.000 de consumidores, fortalecerá las cadenas de valor, desarrollará las industrias estratégicas, apoyará la innovación y creará puestos de trabajo.
“Estamos juntos en el escenario mundial como socios… significa más empleos y buenos empleos, más opciones y mejores precios”, declaró Von der Leyden en rueda de prensa. “El Mercosur traerá beneficios significativos para los consumidores y las empresas de ambas partes, facilitará la inversión europea… esto traerá grandes oportunidades de negocio”, añadió.
En 2019 se anunció un borrador del tratado, pero necesitaba la ratificación de cada Parlamento miembro de la UE, donde encontró objeciones relacionadas principalmente con cuestiones medioambientales, económicas y políticas. Desde entonces, se ha reformulado cuidadosamente hasta llegar al punto culminante del viernes.
La firma tuvo lugar al margen de la 65ª Cumbre de Líderes del Mercosur, en la que Lacalle Pou traspasó la presidencia de turno del bloque a Milei, quien en su discurso del viernes afirmó que “es el comercio el que trae prosperidad”, al tiempo que insistió en la necesidad de dejar de lado las ideas [de izquierda] que impidieron la conclusión de un TLC con Estados Unidos.
La ira de París
Casi mejor que Ursula von der Leyen haya cancelado, a última hora, su asistencia a la reapertura de Notre Dame este sábado.
El enfado del presidente francés, Emmanuel Macron, con la jefa de la Comisión Europea es de tamaño catedral parisina después de que la alemana haya ignorado el non francés a la firma del tratado de Mercosur.
Una acción que desde París se ve hecha casi con nocturnidad y alevosía —Von der Leyen mantuvo silencio sobre su viaje hasta que se plantó en Montevideo el jueves— y justo cuando Francia aún digería, atónita, el derrumbe del Gobierno de Michel Barnier apenas tres meses después de su designación.
A la crisis política de la segunda economía de la UE se une ahora la indignación por el acuerdo con Mercosur.
La ira de París —pese a su autoproclamado multilateralismo, Macron advirtió a Von der Leyen en cuanto supo de su viaje a Montevideo que consideraba el acuerdo “inaceptable”— es solo parte de los obstáculos que le esperan en Europa a un acuerdo a cuya sombra han crecido, en el cuarto de siglo de idas y venidas negociadoras, varias generaciones e incontables gobiernos. Francia ha llevado la voz cantante en la oposición al tratado, que ya fue fruto de sonoros enfrentamientos entre Macron y el anterior Gobierno brasileño del ultra Jair Bolsonaro en 2019, cuando se pensaba que estaba a punto de caramelo.
Francia no está sola en su escepticismo ante el que Von der Leyen ha calificado como “una de las mayores asociaciones comerciales y de inversión jamás vistas en el mundo” y una oportunidad geopolítica necesaria ante “los vientos contrarios hacia la fragmentación y aislamiento”.
Macron cuenta con el apoyo del primer ministro polaco, Donald Tusk, cuyo Gobierno ha adoptado una resolución oponiéndose al acuerdo “en su actual forma”, específicamente en el área de agricultura.
Tanto Francia como Polonia son de los países que más han sentido —y temido— la ira de los agricultores, que a comienzos de año convulsionaron Europa con sus protestas y que también muestran un rechazo profundo al Mercosur pese a las “salvaguardas” y garantías prometidas por Von der Leyen.
“Os hemos escuchado, hemos oído vuestras preocupaciones y hemos actuado”, ha asegurado la jefa del Ejecutivo comunitario desde Montevideo. La oposición de Tusk es un golpe para la alemana, no solo porque el polaco asumirá a partir de enero la presidencia rotatoria de la UE en uno de los momentos clave de la continuación del proceso del Mercosur, sino porque ambos son de la misma familia política, el Partido Popular Europeo (PPE).
“El acuerdo se cae”
También Austria ha manifestado reticencias al texto, al que se unen los recelos de Italia. Por el momento, “no se dan las condiciones para la firma del texto actual”, dejó saber horas antes del acuerdo de Montevideo el entorno de la primera ministra, la ultra Giorgia Meloni. Por si no se había oído claro en Bruselas (o Montevideo), su viceprimer ministro, Matteo Salvini, lo reiteró en la capital belga: “Todos los agricultores y ganaderos europeos dicen no a este acuerdo, al Mercosur. Está paralizado desde hace años, que siga así”, pidió.
Su deseo, y el de París, no se ha visto cumplido. La esperanza ahora de los que se oponen al pacto es que estos países mantengan su no y constituyan una minoría de bloqueo (al menos cuatro países que representen a al menos el 35% de la población europea) cuando llegue uno de los próximos pasos pendientes cruciales: la ratificación a nivel de Estados en el Consejo de la UE. Con Italia, señala el eurodiputado macronista francés Pascal Canfin, las cuentas dan para ese bloqueo y, entonces, “el acuerdo se cae”.
También deberá dar su visto bueno el Parlamento Europeo. Desde la Comisión de Asuntos Exteriores de la Eurocámara se han apresurado a celebrar la conclusión de las negociaciones políticas como un “hito significativo en el avance de la cooperación interregional entre la UE y Mercosur”. Pero otras voces parlamentarias, tanto desde los extremos como también en el seno de los partidos de centro, han dejado claro su desacuerdo, con lo que la ratificación, aunque requiere solo de mayoría simple, podría ser muy ajustada.
Apoyo de España y Alemania
Frente al escepticismo de parte de los Estados europeos, está el entusiasmo de aquellos países que llevan años presionando por el acuerdo, especialmente Alemania y España. Para el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, el acuerdo ayudará a “tender un puente económico sin precedentes entre Europa y América Latina”.
“Nos hará —a todos— más prósperos y más fuertes”, considera. “España trabajará para que este acuerdo sea aprobado por mayoría en el Consejo”, ha prometido frente a las amenazas de bloqueo de París o Roma. Contará para ello con el apoyo de Alemania, cuyo canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, también ha celebrado la superación de un “importante obstáculo” en Montevideo.
Dado que ahora comienza el arduo y complicado proceso de traducir a las todas las lenguas oficiales europeas un tratado largo y complicado, es más que probable que para cuando este llegue a la votación de los líderes de la UE, el canciller alemán que deba votarlo sea de otro signo. Tras el fracaso de su coalición, Scholz ha convocado elecciones adelantadas para el 23 de febrero. Otro gran país de Europa en medio de una crisis política. Aunque el Mercosur no está siendo un gran tema de campaña, todos los candidatos lo han apoyado.
La Comisión Europea espera que los meses que quedan para el próximo “obstáculo”, como dice Scholz, sirvan para apaciguar los ánimos en contra y cambiar algunos votos. “Presentaremos con detalle las diferencias entre el acuerdo de 2019 y el nuevo para que se entienda por qué consideramos que este es un acuerdo mejor y confiamos en que podamos contar con apoyo”, ha prometido el portavoz comunitario Olof Gill.