A pocos días de que se cumplan el medio siglo de la firma del Tratado del Río de la Plata, el Instituto de Derecho Internacional Público de la Facultad de Derecho, organizó este jueves 16 de noviembre un evento para recordar ese hecho.
“50 años del Tratado del Río de la Plata. Cinco décadas de cooperación y un ejemplo de negociación”, fue el título de la actividad en la que expusieron y fueron homenajeados el capitán de navío en situación de retiro, Yamandú Flangini, y el doctor Edison González Lapeyre. Ambos fueron protagonistas clave, en distintas etapas, del proceso de negociación que culminó con la firma del Tratado entre la República Oriental del Uruguay y la República Argentina, ambos países ribereños del Río de la Plata, el 19 de noviembre de 1973. En la oportunidad, además, expusieron los Doctores Washington Baliero, ex integrante de la CARP, y Alejandro Pastori, Catedrático de Derecho Internacional Público. El evento, al que asistieron embajadores y ex gobernantes, docentes y alumnos y exalumnos, se realizó este jueves 16 de noviembre en el Salón 26 de la Facultad de Derecho.
El Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo es reconocido como un instrumento jurídico de carácter internacional que sentó las bases de cooperación entre los dos países en una zona de aguas de uso común. Fue firmado en Montevideo entre los entonces presidentes de la República Argentina, Juan Domingo Perón, y de la República Oriental del Uruguay, Juan María Bordaberry. A través de este acuerdo, se estableció el marco legal para la protección ambiental y desarrollo sostenible de los usos y recursos del Río de la Plata.
El decano de la Facultad de Derecho, Dr. Gonzalo Lorenzo Idiarte, dio la bienvenida a todos los participantes, felicitó la iniciativa promovida desde el Instituto de Derecho Internacional Público y destacó en especial la presencia de González Lapeyre y del capitán Flangini.
Flangini, militar naval retirado, fue Director Adjunto y Asesor Naval del entonces Director de Soberanía y Límites de la Cancillería Coronel Carlos Barros. Fue el responsable de la Demarcación del Río Uruguay, del Río de la Plata y del Límite Lateral Marítimo con Brasil. Integró los grupos que negociaron y redactaron el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo y el Estatuto del Río Uruguay, y posteriormente, las comisiones CARU, CARP, CTMFM.
Además, fue presidente de la AUF y organizador del recordado “Mundialito” en 1980. El abogado González Lapeyre, ocupó las cátedras de Derecho Internacional Privado y de Derecho Diplomático de la Facultad de Derecho.Fue funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, desempeñándose en importantes destinos, entre los que se destacan el de Embajador ante la República Dominicana y el de Representante Permanente ante la Organización de Estados Americanos. Además, fue titular de la Administración Nacional de Puertos (ANP) y representante uruguayo ante la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP) y la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU). Tanto Flangini como González Lapeyre participaron en los momentos decisivos de una negociación que insumió 42 sesiones de arduo trabajo con los delegados argentinos durante tres años y que, a la postre, culminaron en la redacción de los 92 artículos del Tratado.
El micrófono oculto, Martín García y la Masonería
En su exposición, Flangini recordó a otros protagonistas de la época que tuvieron una actuación destacada en las negociaciones del Tratado: mencionó al exCanciller Venancio Flores con quien comenzó a trabajar en este tema, al exCanciller Juan Carlos Blanco, al Embajador Coronel Carlos Barros, al Dr. Julio César Lupinacci y al Contralmirante Ebert Grasso Sanson, además del Dr. Edison González Lapeyre.
El oficial naval señaló que comenzó a considerar este tema en 1967, destinado a Relaciones Exteriores, al Departamento de Límites, como asesor naval, acompañando al Director General, Coronel, Embajador Carlos Barros. El panorama en ese momento era complejo: “viejas rencillas en el río de la Plata siempre por el tema de la jurisdicción, los trazados de los canales, y las posiciones irreductibles de unos y otros”, uno por la linea media, otro por el talweg o el canal principal. “En ese momento, Argentina emite un decreto por el cual llama a la prospección de hidrocarburos en el río de la Plata y en el Frente Marítimo. En el río de la plata una de las áreas marcadas para la prospección tenía un vértice que sobrepasaba la línea media. Eso produjo una serie de notas de protestas de Uruguay y contestaciones”.
“Posteriormente, se crea un grupo de trabajo entre Uruguay y Argentina, pero que nunca funcionó. Luego se crea otro, conformado por el profesor Pivel Devoto , el Coronel Barros y quien habla, entre otros. Ese grupo viaja a Buenos Aires identifica algunos puntos, pero parte de la delegación uruguaya plantea que se analice el tema de la jurisdicción antes de seguir adelante con el Tratado”. En conclusión, “fuimos a Buenos Aires, los argentinos leyeron una larga exposición con su punto de vista para delimitar el río de la Plata, Uruguay hace otra enorme exposición para replicar un poco y plantear la posibilidad de la línea media y se levanta la sesión sin mayores resultados”. Pero “hay problemas en cuanto a que a la delegación uruguaya se le había dado una habitación especial en el hotel para que pudiera reunirse y ahí apareció un micrófono que encuentra el Coronel Barros y eso trajo todo un malestar que hizo que las operaciones no fueran nada felices. Para peor, una reunión de una subcomisión que iba a buscar los puntos de contactos que podría tener el Tratado en el salón verde de la cancillería argentina, el profesor Pivel Devoto quien tomó la palabra para asumir la conducción de esa reunión, expresa que lo hace con mucho placer y que para él es un honor, en el entendido de que la isla Martín García es, ha sido y será uruguaya. La reunión terminó en nada”
“Pasado ese momento, aparecen otros ingredientes. Son una cantidad de islas en el alto río de la plata, los argentinos les ponen nombres. Algunas próximas al Delta del Paraná y evidentemente nadie dudaba que eran jurisdicción argentina. Pero aparece un islote que el Uruguay pretendía que pudiera ser que estuviera del lado uruguayo. La Argentina lo denomina punta Bauzá como si fuera una punta de Martín García. Uruguay le da otro nombre (que no recordaba) que fue el primer militar uruguayo que pereció en una misión de ONU. No prosperó pero sí se dispuso de que a través del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, la Dirección Forestal empezara a poblar de árboles ese islote y también se forestaba otra isla. Se plantaban árboles de la especie álamo, y se colocaba un cartel: república oriental del Uruguay, MGAP. Al día siguiente, el cartel desaparecía. Y así siguió hasta que la reunión que se iba a realizar fue suspendida porque un grupo de fusileros argentinos acampa en ese islote. En realidad, ese islote aluvional ya había sido denunciado en 1958 pero en ese entonces todavía no estaba unido a Martín García y por consejo de Jiménez de Aréchaga se le dio el nombre de Timoteo Domínguez. Eso trae como consecuencia, una fuerte discusión con la República Argentina, en cuanto a la posesión de esos islotes y se suspenden las negociaciones”. Flangini señala que a partir de ese momento “empieza una etapa nueva. Nosotros trabajábamos en la demarcación del Río Uruguay con la delegación argentina. El Tratado del río Uruguay tenía enormes defectos: uno de los negociadores, Pivel Devoto, señalaba que la carta de denuncia que presentaba Argentina para determinar el límite no existía. Tratamos de solucionar el problema a través del artículo 7° del Tratado que decía que se formara un estatuto. Empezamos a hacerlo con el doctor Lupinacci y en ese momento había que esperar que el islote que estaba al lado de Martín García fuera abandonado para poder reanudar las negociaciones. Para eso, se hace un pedido a la Masonería del Uruguay que hace a su vez su contacto con la masonería argentina y a los pocos días el pelotón que estaba en el islote es retirado. El Departamento de Límites propone a la Cancillería conformar un grupo reducido de negociadores, fundamentalmente técnicos, porque las negociaciones con Argentina en el río Uruguay eran ‘excelentes’ y el trato era ‘muy cordial’. Una misión en Buenos Aires acuerda el índice de los contenidos que tenía que tener el Tratado, Uruguay suspende la negociación que se estaba llevando a cabo del estatuto del río Uruguay y junto a Lupinacci se comienzan a redactar los primeros artículos del Tratado. Hay una cantidad de circunstancia políticas que no vienen al caso, en cuanto a oposición interna política que había en el país. En octubre de 1972 se hace la reunión cuando ya se habían integrado nuevas delegaciones, con Edison Gonzalez Lapeyre y el contralmirante Ebert Grasso y ahí se termina de armar el total del Tratado. El Tratado está listo en 1972 pero los argentinos piden que el general Perón que ya estaba resuelto su regreso a la Argentina, había dicho que quería él firmar el Tratado. Por eso se retrasa la firma hasta noviembre de 1973 que es cuando Perón viene a Montevideo”.
Una nación sin límites ni poder etático
Por su parte, Edison González Lapeyre, en su intervención, sostuvo que para analizar el proceso que culmina con el Tratado del Rio de la Plata es necesario hacer una breve relación histórica. En ese sentido, señala que el Uruguay surge como nación independiente de una manera muy peculiar. Surge “sin un territorio delimitado, sin un poder etático y contra la voluntad de nuestros próceres y pueblos. Y esta afirmación que realizo la avalo afirmando que el Padre de la Patria José Artigas no quería un Estado independiente. Basta con leer las instrucciones del Año XIII y las veces que se negó a aceptar la posición de la autoridad de Buenos Aires de establecer aquí un Estado independiente. Pero además, lo mismo sucedió con sus lugartenientes. Cuando el general Juan Antonio Lavalleja desembarca en la Playa de la Agraciada el 19 de abril de 1825 emite una proclama que dice ‘Argentinos Orientales, la gran nación Argentina de la que formais parte desea que seais libres’. Una proclama que se imprimió y luego se distribuyó pero el 25 de agosto de 1825 que todo el mundo reconoce como el Día, aniversario de la Independencia, después que la ley primera establece que se declaran disueltos, nulos y sin ningún valor los pactos arrancados por el invasor extranjero, la ley segunda dice resolvemos la incorporación de la Provincia Oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata porque esa es la espontánea y libre voluntad de los pueblos que la integran. ¿Cómo surge entonces el país? Surge con la Convención de Paz de Agosto de 1828 que se hace a espaldas de los orientales. No hay un solo oriental que participe de esas negociaciones que se celebran entre enviados de las autoridades del Imperio del Brasil y de las autoridades argentinas. Surge así el Estado oriental. La Convención Preliminar de Paz no establecía los límites de nuestro territorio. Incluso hago especial mención de que quizás el primer acuerdo de límites que tuvimos lo celebró el general Fructuoso Rivera el 25 de diciembre de 1828 al firmar con el representante del Imperio de Brasil el acuerdo en virtud del cual aceptó bajar no hasta el Arapey sino solamente hasta el río Cuareim. Ese fue el contexto y esa indefinición generó a lo largo del tiempo múltiples dificultades que se fueron subsanando primero con los malditos acuerdos de Lamas del 12 de octubre de 1851, más tarde, con la intervención del teniente de navío Homero Montero a través del Tratado de Límites en el Río Uruguay del 7 de abril de 1961, pero lo cierto es que quedaba la indefinición en el Río de la Plata y luego en el frente oceánico”.
Recordó que ingresó a la Cancillería junto con el Doctor Lupinacci, un año después que lo hizo el capitán Flangini. “Era como entrar a un bazar de juguetes para un niño. Los dos éramos profesores de Derecho Internacional y se estaba produciendo una verdadera revolución, como decía Felipe Paolillo, una ‘revolución en los Océanos’, los países empezaban a extender su jurisdicción marítima hasta las 200 millas. El Uruguay lo hizo a través del Decreto del 7 de diciembre de 1969 firmado por el Presidente Jorge Pacheco Areco y a Lupinacci y a mí, nos tocó responder a los reclamos muy fuertes que efectuaban los países que en esa época constituían potencias marítimas, agregando de que Uruguay no tenía derecho de extender su jurisdicción marítima hasta las 200 millas y seguían invocando el criterio del siglo XIX de extensión del mar territorial a las 3 millas marítimas”.
González Lapeyre reconoció al capitán Flangini haber tenido un rol protagónico en el proceso que culminó con la firma del Tratado. “Él fue el promotor, el propulsor, él llega con una excelente biblioteca en materia de límites, y un conocimiento hidrológico importante que lo puso en evidencia en cada momento, en cada negociación”, dijo.
“Nosotros con el Dr. Lupinacci tuvimos el honor de integrar esa delegación y participar en negociaciones con delegados argentinos de un altísimo nivel técnico. Menciono nada menos que al Embajador y Profesor, Julio Barberis, para mí la máxima autoridad en Recursos Naturales Compartidos del siglo XX, una figura extraordinaria. Éramos todos jóvenes y nos entendíamos con muchísima cordialidad y buscábamos con mucha paciencia encontrar soluciones a los problemas que se habían suscitado. Y el largo proceso, culmina en el momento que se enfilan los astros y Perón desde Madrid anuncia que quiere resolver los problemas limítrofes con los orientales. El Tratado se negoció a través de tres años y 42 sesiones muy extensas y muy difíciles, pero que no se podía concretar porque faltaba la voluntad política. No puedo en este momento hacer una referencia al Tratado, son 92 artículos, y se necesitaría un cursillo. El tiempo ha demostrado que es un Tratado marco que ha permitido nuevas realizaciones. Observen ustedes que la represa de Salto Grande había sido acordada en 1946 por el entonces presidente argentino, Juan Domingo Perón, y por el presidente uruguayo, Juan José de Amézaga. Y había pasado el tiempo y en 1961 se volvió a ratificar ese acuerdo pero la represa no podía construirse. ¿Cuando empezó a construirse? Después que se resolvieron los problemas limítrofes en el Río de la Plata y en el Frente Oceánico. Y lo mismo los puentes sobre el río Uruguay”.
El whisky, Nicanor Costa Méndez y el “Messi” de los cancilleres
Como anécdota, recordó que cuando surge ese islote se denomina Timoteo Domínguez a sugerencia del profesor Jiménez de Aréchaga, Uruguay establece su derecho de soberanía sobre ese territorio que estaba en ese momento a 800 metros de la Isla Martín García. Pero Argentina empieza a reclamar jurisdicción alegando que es una extensión de la Isla Martín García -lo denomina Punta Bauzá, como dijo el capitán Flangini-. Pero en enero de 1979 viene navegando un guardacosta uruguayo al mando del capitán de corbeta Rodolfo Croce. Llega ahí a ese islote nauseabundo. Yo estuve ahí y les puedo asegurar que es un lugar inhóspito, lleno de mosquitos, un solo árbol había. Pero había una inmensa carpa verde, nidos de ametralladoras. Qué hace Croce frente a esa actitud agresiva y hostil de los fusileros navales argentinos que habían sido enviados por una figura nefasta de la diplomacia argentina como fue el Dr. Nicanor Costa Méndez, el del micrófono, y el canciller de Galtieri en la guerra de las Malvinas. Manda poner un toldo arriba de la cubierta e invita a los oficiales del grupo de fusileros navales argentinos a subir a bordo a tomar un whisky”.
La fórmula que selló el acuerdo
En otro pasaje, en el año 1971, recordó cuando fue convocado al despacho por el canciller de la época que era el Dr. José Antonio Mora Otero, que a su juicio era el “Messi de los cancilleres”. “Digame González Lapeyre ¿cómo van las negociaciones con los argentinos? Mire canciller, estamos sorprendidos, hemos avanzado muchísimo, la delegación argentina es de altísimo nivel, nos hemos entendido, estamos realizando un verdadero estatuto del Río de la Plata y su Frente Oceánico. Realmente, no tengo palabras para decir la satisfacción que tenemos por los logros alcanzados. Me dice Mora Otero, ¿Dígame, recuperamos Martín García? Le digo, mire canciller, si es condición sine quanon, para tener un Tratado que resuelva nuestras jurisdicciones en el Río de la Plata y en el Frente Oceánico, con una Zona Común de Pesca, que recuperemos Martín García, desde ya le digo que eso no es posible, bajemos la cortina y olvidémonos de este asunto. Argentina no puede aceptar que la Isla Martín García a la que nosotros entregamos en Enero de 1852 por disposición del presidente provisorio Prudencio Berro pase a ser de soberanía oriental. No lo pueden aceptar. Ahí nacieron y murieron miles de argentinos, estuvieron presos Perón, Frondizi, Alvear, Irigoyen. No lo pueden aceptar. Saben que no tiene valor económico y estratégico pero el Frente interno no se lo iba a permitir. ¿Y cómo se puede solucionar? Mire, yo pensé que podríamos buscar una fórmula en la que la Isla quedara en aguas de soberanía oriental, uruguaya, limitada a los límites que tiene ahora. Es decir que todo aquello que acceda por arrastre de sedimentos a la Isla sea de soberanía uruguaya. Este islote se va a unir con Martín García y ahí podríamos tener soberanía absoluta. En cambio, la Isla, limitada a los perfiles que tiene ahora, quedará bajo jurisdicción argentina como reserva de flora y fauna y allí vamos a instalar la sede de la Comisión Administradora del Río de la Plata. Cabeceó un poco Mora Otero, y a la semana me dio luz verde tras consultar al Presidente. Consulté con los compañeros de la delegación, hubo acuerdo, se hicieron algunos retoques y esa fórmula se incorporó al Tratado”.
“Perón me hipnotizó”
«El 19 de noviembre de 1973, el presidente argentino, Juan Domingo Perón, al Uruguay. Se efectúa la ceremonia en el Palacio Estévez. Ante cientos de invitados, en determinado momento, el Presidente Bordaberry lo acompaña a saludar, y cuando llega adonde estoy yo, aclaro que tengo la foto. Mire presidente, le presento al Dr. González Lapeyre, uno de los redactores del Tratado.Perón me da la mano, pero me dijo: lo que importa de este Tratado no son sus normas, no son sus disposiciones, es el espíritu fraterno que lo ha inspirado y que deberá seguir inspirando las relaciones entre los pueblos del Plata. Me hipnotizó. Y a lo largo de mi vida diplomática he conocido muchísimas personalidades de enorme trascendencia a nivel mundial pero nadie con el poder carismático de Juan Domingo Perón”.
El “libelo” de Pivel Devoto en Marcha y la reconciliación
“A los pocos días, el profesor Pivel Devoto, el mismo que había dicho en Buenos Aires que Martín García es y será siempre uruguaya y se terminó la negociación, publica en el semanario Marcha un libelo espantosa. Ya había comenzado el régimen de facto y en esa publicación me califica de traidor a la patria, de argentinófilo. Yo tenía 38 años, mis hijos chicos, dificultades económicas porque había abandonado el estudio para vivir exclusivamente del sueldo que percibíamos en Relaciones Exteriores porque vivimos todos los negociadores absortos por los temas del Río de la Plata. Le contesté a través del Diario El Día, diciendo que siempre había tenido un altísimo concepto de la trayectoria del profesor Pivel Devoto como eximio historiador, como personalidad política de intachable integridad y que me dolía que para tratar un tema de interés nacional ingresase en un terreno del insulto y del agravio. Y luego, el Derecho Internacional. Es decir, la Corte Internacional de Justicia, en el caso de los islotes en el canal de la Mancha fue categórico en reconocer los derechos del Reino Unido a través de la prescripción internacional. Lo mismo el fallo por la contienda por la isla de Palma. Y nosotros habíamos entregado la Isla en 1852 y no habíamos hecho nada para interrumpir la prescripción. Incluso le puse, con mucha malicia, discúlpenme, el profesor Pivel Devoto fue canciller interino y habiendo podido interrumpir la prescripción, no lo hizo. Pasan los años, yo soy presidente de la delegación de Uruguay ante la CARP en 1990. Se presentó un canje de notas reversales en la Isla Martín García donde se había instalado la sede conforme al Tratado del Río de la Plata. Llega el avión del canciller argentino que era Domingo Cavallo, lo espera la delegación argentina, que lo acompaña a él y a su séquito hasta la sede de la Comisión que está muy cerca del aeropuerto. Y llega el avión de la Fuerza Aérea Uruguaya con el canciller Gros Espiell. Me acerco a saludar el comandante de la aeronave y ¿quien aparece en la portezuela del avión?. ¡El profesor Pivel Devoto!. ¡Se había dormido!. Me miraba y yo lo miraba. Era un viejo calandraca como soy yo ahora, no podía bajar. Al final lo agarré en mis brazos y lo bajé como a un bebé. Nos fuimos caminando juntos hasta la sede de la Carp. Ahí se restableció la reconciliación con aquel viejo coronilla tan importante en la historia del Uruguay”.
Dr. Baliero: una solución “harto inteligente”
A juicio del Dr. Baliero, el Tratado del Río de la Plata significó una solución “harto inteligente” ya que, terminó con el problema “irresoluble” del ‘Talweg versus Línea Media’, siendo que ambos países tenían sus justas razones para reivindicar una u otra posición”. Visto desde el lado argentino, dijo, “no se podía permitir que el canal principal de navegación, su arteria vital, quedara en manos de otro país, aunque fuera un hermano, y por el lado de Uruguay en 30 años nos quedábamos sin río prácticamente”. La solución definitiva “incluyó franjas de jurisdición exclusiva, nunca el Estado habla de soberanía, y aguas de uso común donde quedan los canales de navegación. Por lo cual, no afecta la soberanía de ninguno de los países y se fijaron las reglas para la utilización de los canales y otra serie de disposiciones”. Agregó que el Tratado del Río de la Plata “no es un tratado de límites, sino un Tratado marco, un estatuto, que establece disposiciones para la administración”. “Las soluciones fueron muy inteligentes y muy generosas del lado argentino. nuestra cátedra de Derecho Internacional, el Dr. Jiménez de Aréchaga, desde lo jurídico siempre remarcó el acierto del Tratado. En aquellos años, hubo una oposición importante desde lo político y académico, acusando a los negociadores de haber entregado cosas. Toda negociación internacional requiere concesiones recíprocas. Yo creo que fue un excelente Tratado para el Uruguay y un excelente Tratado para la Argentina. Selló la confraternidad rioplatense, la hermandad, que no quiere decir igualdad de intereses”, afirmó Baliero.
Las “circunstancias especiales”
Al recordar su actuación como delegado uruguayo en la CARP durante 15 años, parte de ella siendo canciller Dr. Didier Opertti (presente en la ceremonia), Baliero sostuvo que la aplicación del Tratado fue “exitosa”, tuvo “logros aunque también encontronazos”. Pero aseguró que una de las pruebas de su utilidad fue que sirvió como “un escudo diplomático» y así evitar que «las cosas pasen a mayores». «Cuando los temas desbordan a las comisiones pueden pasar cosas como ocurrieron en el Río Uruguay”, afirmó.
En definitiva, reiteró que el Tratado fue una solución muy “justa y que ha fijado el marco”, ya nunca más ocurrieron incidentes entre ambos países, y fue recogido, como ejemplo, por varios países del mundo. “El Tratado tuvo la circunstancia afortunada, no se si es azar, no se si es causalidad o casualidad, no está en mis manos resolverlo, pero se dio el esfuerzo, la inteligencia de los delegados uruguayos y argentinos, y esa hermandad que yo siempre sentí mientras estuve en la CARP”, afirmó Baliero. Pero, además, el acuerdo se da en “circunstancias especiales”. En ese sentido, consideró que, “Perón, en la culminación de su vida, no se si un año y medio después o dos años, hubiera aprobado el Tratado y, en Uruguay, también se daban circunstancias especiales (ya que), no había un Poder Legislativo electo, sino que había un Consejo de Estado. Esto se firmó en noviembre, en febrero/marzo ya estaba el Tratado y que ha demostrado ser un éxito”.
Dr. Pastori: confirmó la “hermandad”
En el cierre, el Dr. Alejandro Pastori, actual Catedrático de Derecho Internacional Público, se refirió en su intervención a las aguas internacionales y su regulación jurídica. Hizo referencia a la abundante regulación existente en esta materia, algunos menos difundidos pero vigentes. En relación a las normas internacionales y el Tratado del Río de la Plata, Pastori manifestó que la conclusión fundamental que puede extraerse es que es un texto “de avanzada” que marcó un avance en el Derecho Internacional y cuya aplicación nunca fue contradicha por las normas internacionales, además que confirmó la “hermandad” existente entre Uruguay y Argentina.